Regiones y Comunidad

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Mezcal de Oaxaca

En Oaxaca, el mezcal toma forma bajo el sol y el fuego, y su reputación lo ha convertido en emblema de México en el mundo. Las tierras oaxaqueñas dan vida a agaves como el espadín, el tobalá, el arroqueño y el cuishe, plantas que encierran en sus hojas la esencia de sus montañas y valles. La destilación aquí se realiza en alambiques de cobre de herencia árabe, un arte traído de tierras lejanas y adaptado al corazón de Oaxaca. Con su doble destilación, el cobre da vida a un mezcal puro y refinado, donde las notas terrosas y herbales se encuentran en un equilibrio perfecto. Cada horno de piedra conserva el calor y el secreto de generaciones, impregnando al mezcal oaxaqueño de una fuerza y carácter que evocan el espíritu de la región.

Mezcal de Michoacán

En las tierras profundas de Michoacán, el mezcal se manifiesta con una autenticidad propia, nacida del uso de agaves silvestres como el cupreata y el inaequidens, o “maguey chino” e “Inaequidens” respectivamente. Cada planta es cuidada como un tesoro hasta que llega el momento de su transformación. Aquí, la destilación sigue una ruta especial: el destilador filipino, una reliquia de madera que guarda el misticismo de tiempos antiguos, permite que el mezcal se destile en una danza lenta y ceremoniosa. El resultado es un elixir de notas terrosas y florales, una bebida que sabe a bosque y a historias de antaño. En tinas de pino, el agave fermenta rodeado del aroma de la madera, absorbiendo la esencia de la tierra michoacana y su espíritu.

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